Este reclamo, viene dado entre otros motivos por una revitalización y un reconocimiento a la figura del pintor de caballete, que se remonta a tiempos inmemoriales dentro de la historia del arte y por supuesto al lado más manual y humano que conlleva el ejercicio de la pintura. Esa capacidad de generar una imagen en tres dimensiones dentro del plano bidimensional, es lo que ha maravillado a infinidad de artistas en el pasado y ha empujado a otros tantos a seguir explorando ese lenguaje universal e inagotable que es la pintura. A priori, es algo que en la actualidad y desde hace algunos siglos, puede proporcionar la fotografía. De todas formas, de la pintura es de donde esta se nutre y a partir de la cual adquiere esa dimensión artística propia. Hoy día existen múltiples herramientas y programas del tratamiento digital de la imagen estática y en movimiento, las cuales pueden proporcionar ese punto más “artístico” (por calificarlo de alguna forma) del que puede carecer una imagen fotográfica. Aún y así, no hay que olvidar nunca que este “resultado” lo proporcionará en gran medida la capacidad perceptiva y subjetividad de la persona. Eso sí, siempre respondiendo a numerosas nociones que son herencia directa de la pintura. Sobre todo en occidente, donde precisamente hay una gran tradición y riqueza en lo que a esta se refiere. Además, entrando ya en aspectos valorativos a la hora de analizar una obra, se le suelen atribuir siempre cualidades tales como la belleza estética o su categoría artística respondiendo a unos cánones establecidos desde la antigüedad e inspirados por las grandes obras maestras. Con lo cual, la influencia que sigue ejerciendo el arte clásico hoy día es inevitable y por ende un atentado contra el propio sentido común el querer menospreciarlo e intentar relegarlo a un segundo plano argumentando la supremacía del “concepto” dentro del arte contemporáneo.
De la misma forma se puede optar por ser “tradicional” en cuanto a la ejecución se refiere y “moderno” en el concepto. Dos aspectos que no están reñidos entre sí, puesto que una pintura poseedora de una apariencia naturalista y aparentemente explícita, nunca ha estado exenta de contenido. Al mismo tiempo, puede ser el pretexto idóneo para hablar de algo totalmente diferente, como ocurre en muchas ocasiones con el arte conceptual, sólo que con una bonita envoltura. Por lo tanto, lo que caracteriza a una obra como contemporánea no se limita a aspectos filosóficos, sino que la forma en cómo se aborda el tema o dicho referente nos mostrará información necesaria para determinar la naturaleza y época a la que pertenece esa obra. Algo que resulta fácilmente reconocible si se realiza una comparativa entre una obra de Leonardo da Vinci, Velázquez y Lucian Freud (por poner unos ejemplos de mucho renombre, que sin embargo sería válido si se realizara con otros cualquiera). Al enfrentar alguna de las obras de estos autores, a los cuales separan algunos siglos en la línea de tiempo, se puede discernir una evolución en cuanto al desarrollo de la técnica, cromatismo, estética del motivo, encuadres y composición (sobretodo, tras el surgimiento de la fotografía). El hecho de continuar ahondando en ello, daría pie a encontrar muchos más aspectos y en mayor medida si nos remontamos a los orígenes de la expresión artística, que tiene su mejor exponente en el arte rupestre de Altamira. Al tomar como punto de partida este periodo de la humanidad, resulta mucho más esclarecedora la trayectoria que ha llevado el “arte figurativo” desde su nacimiento hasta la actualidad, donde todavía existen nuevos cauces por explorar. Visto desde esta perspectiva, se podría decir que a día de hoy esta rama artística presenta todavía una fuente inagotable de recursos y como prueba de ello solo debemos echar la vista hacia atrás.
En la gran mayoría de la pintura figurativa contemporánea, sigue habiendo esa preocupación por cuidar el concepto, por transmitir un mensaje que no se remita únicamente a la superficie y vaya más allá del soporte pictórico. Dentro del mundo de la figuración, la pintura suele ser el medio o vehículo de expresión pero está siempre supeditado al mensaje de la obra. Algunas veces, el proceso de elaboración puede alterarse, es decir, iniciando la creación de un cuadro de una forma más inconsciente. Esto no quiere decir que dicho resultado esté vacío de contenido (puesto que en el fondo lo tiene), sólo resta racionalizarlo a través de un proceso de interiorización. Sin embargo, y por norma general en lo que respecta al mundo del conceptualismo, la idea es el fin en sí mismo y la obra u objeto está a merced de ella. Por otra parte, resulta curioso ver que dentro de la idea generalizada de lo que es el “arte contemporáneo” (donde como antes se ha dicho, lo primordial es el concepto), hay una preocupación cada vez mayor por cuidar el aspecto externo de la obra. Por tanto, es el momento en el que se plantea la eterna duda o la cuestión de ¿Qué factores y quién determina el que una obra se pueda categorizar como contemporánea?. Si a eso le sumas la presente tendencia hacia la homogeneidad, resulta más difícil todavía determinar esa barrera que separa a uno de otro.
Gran parte de las muestras de arte contemporáneo, están respaldadas por la figura de críticos, curadores y comisarios. Lo cual demuestra el gran respaldo del cual goza, pero a veces puede demostrar una sensación de cierto elitismo en torno a este mundo. Muchas veces, el argumento utilizado es que el valor real reside en el proceso de la obra y no en esta misma. Esta actitud, conlleva a despertar en parte del público una sensación de desconcierto, traducida en la falta de afluencia a las exposiciones. Así pues, como conclusión cabría pensar en que por el bien de todos y para lidiar con esta sensación en el mundo del arte, lo mejor sería tender unos puentes hacia una mayor tolerancia a la hora de entrar a valorar cualquier tendencia. Se debería tener siempre en cuenta y no olvidar lo siguiente “cualquier manifestación artística donde se refleje la realidad de nuestro tiempo, será contemporánea”.
Todo lo argumentado anteriormente, da paso a entender los motivos que han dado lugar a desarrollar este proyecto expositivo. Este pretende acercar al público en general, una muestra de las distintas generaciones de pintores figurativos de la tierra y que actualmente están desarrollando su trabajo en la provincia de Castellón. Con ello, se pretende realizar un recorrido visual, a través de la evolución que ha tenido y está teniendo este tipo de pintura en nuestra zona. Asimismo, dotarla de una mayor notoriedad y reivindicar de paso un movimiento que debería tener una merecida consideración dentro del arte contemporáneo. Esta ciudad, sique el ritmo de modernidad que marca el resto de Europa a principios del siglo XX, momento en el cual el panorama artístico es un hervidero de nuevas propuestas, situación que se origina con la revolución que supone el impresionismo francés y que quizá por proximidad tiene una gran influencia en España especialmente en el Mediterráneo y mas concretamente en Cataluña y Valencia. Esta influencia se ve claramente reflejada en el surgimiento de algunas personalidades que supieron hacer suyo el concepto francés dando como resultado una obra genuina y fácilmente reconocible, por citar dos nombres podemos mencionar a Joaquín Sorolla, pintor de gran reconocimiento que realizó numerosos retratos a personalidades de la época pero sobre todo fue un magnífico cronista de la España de entonces y sobre todo de su Valencia natal, otro nombre a destacar aunque no el único sería el del pintor catalán Fortuny que aparte de trabajar los temas tradicionales de la pintura, retratos, paisajes, nos trajo para disfrute nuestro imágenes que representaban la realidad cotidiana de otras culturas tan fascinantes como lo son los nómadas de los países árabes. En Castellón, el pintor que recoge el estilo de influencia impresionista es Juan Bautista Porcar, que si bien no tiene una personalidad tan marcada como los artistas antes citados, si supone una representación digna de un modo de hacer nuevo cuya influencia se extendía hasta las mas pequeñas comarcas, éste pintor gozó de reconocimiento en ésta ciudad especialmente a partir de ganar la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Es evidente la influencia que pintores de la categoría de Sorolla han tenido en ésta región. Desde su aparición, el panorama Castellonense, aunque no es el único, se ha visto superpoblado de pintura costumbrista de clara influencia sorollesca donde el labriego, el pescador y la mantilla han superado el paso del tiempo inalterables tanto en su estética como en su contenido. Mientras que la representación actual de estos oficios no duda en modernizarse con nuevas maquinarias y equipamientos, muchos autores persisten en mostrarlos de forma arcaica ayudados por bueyes y acompañados de señoras que a diferencia de las actuales se resisten a guardar las enaguas y el delantal. A pesar del peso que ha tenido el costumbrismo podemos enorgullecernos de contar con artistas que han sabido aportar a Castellón nuevas formas de figuración que abrían el gran abanico de posibilidades que ofrece este lenguaje y que sin duda han servido de referente e inspiración a jóvenes pintores. Sin duda no podemos dejar de mencionar entre estos artistas a Luis Prades autor de obras figurativas y de personalidad activa dentro del movimiento cultural Castellonense. Creador del grupo Parpalló y del Movimiento Artístico del Mediterráneo también es responsable de la creación del Museo de Vilafamés donde se exponen obras suyas aparte de las de otros artistas, ha vivido su carrera a caballo entre Paris y España gozando del justo reconocimiento que un artista riguroso y serio como él merece. También de riguroso e incluso perfeccionista podríamos catalogar al pintor Vicente Traver Calzada, también pintor figurativo y realista pero no por ello arcaico y trasnochado, todo lo contrario, es un digno exponente de la figuración contemporánea que a lo largo de su carrera ha sabido desarrollarla y reinventarla para mostrárnosla siempre nueva e interesante. A pesar del reconocimiento a su valor como pintor y de no tener nada que envidiar a sus contemporáneos a nivel nacional, él ha preferido mantenerse en su tierra cosa que agradecemos todos los que desde aquí gozamos de su trabajo.
Después de ésta última generación de artistas figurativos todos los que amamos el arte sentimos un vacio en la plástica castellonense, en especial como representación de esa figuración contemporánea. Aquellos artistas jóvenes que apostaron por esta vía de expresión sufrieron, y por desgracia lo siguen haciendo, la situación de ver como esa influencia externa que ha significado la promoción del arte conceptual en Europa llegaba a instalarse en España propiciando ésta expresión artística y descartando la figuración. Mientras las instituciones “de vanguardia” ignoraban la presencia de la pintura figurativa surgían nuevos “valores” de la figuración, no por jóvenes, si no porque se presuponían novedosos tanto en lo formal, la propuesta iconográfica, como en lo que podríamos clasificar la envoltura comercial o de espectáculo donde en ocasiones el peso se centra en el autor y no tanto en la obra, cosa que podemos catalogar de “pasado de moda”, el excéntrico Salvador Dalí fue un gran showman y no por ello dejó de ser un intelectual del arte y un pintor de oficio muy exigente con su trabajo.
Sería absurdo ignorar que el panorama mundial ha cambiado con respecto a la figuración y en especial dentro de un lenguaje mas bien realista, hace ya décadas que se apuesta por ello como hemos mencionado anteriormente, es por ello que creemos necesario un cambio de visión de la plástica de Castellón acorde a los nuevos tiempos y para ello nos establecemos como Grupo representativo de la Nueva Figuración Contemporánea de Castellón recogiendo el testigo de artistas del calado de Traver Calzada y Luis Prades, aportando con nuestro trabajo profesionalidad, rigor y coherencia con nosotros y nuestro entorno al igual que lo hacen éstos artistas. Creemos que el arte figurativo tiene la propiedad de ser un vehículo entre el público y el arte mas eficaz que otras tendencias artísticas y creemos en la necesidad de establecer ese puente a un publico que no ha podido asimilar el torbellino de corrientes artísticas que significo el siglo XX, no solo porque fueron muchas y algunas de complejo entendimiento sino porque tampoco se ha compensado esta revolución de las ideas con una buena educación artística que ayudara a gozar de ellas. Facilitar la lectura de la obra al público lo puede incentivar ahondar más profundamente en el basto terreno del arte. El motivo de la elección por parte nuestra de un lenguaje figurativo no es exclusivamente promover esta comunicación aunque no podemos obviarla. Al mismo tiempo, abogamos por un trabajo de calidad que pase la prueba de profesionalidad según los parámetros que la rijan y que existen para obras que se mueven desde el Hiperrealismo, hasta el Conceptualismo, (también una obra abstracta o conceptual puede estar mal realizada o ser mala en su ejecución) aunque nosotros nos centraremos en promover el lenguaje que hemos elegido, a saber, la figuración. Es por ello que adoptamos el nombre de Grupo Figuración XXI, el cual engloba los conceptos de los que hacemos gala. Somos un grupo que trabaja y promueve la figuración pero con un carácter contemporáneo ya que todos realizamos nuestra labor en este siglo y eso se ve representado en nuestro trabajo, tanto formal como conceptualmente.